Tras la temporada estival llega el primer fin de semana en la ciudad y el restaurante elegido es la Sidrería Navarra. Para ser sincero yo hubiese elegido otro. Muchos otros antes que este, pero no fui yo quien tomó la decisión. - ¿Por qué no lo hubiera elegido? - No soy partidario de los restaurantes de bancos. Si salgo a cenar fuera, aparte de cenar bien, no quiero estar incómodo. Y si voy a estar un par de horas sentado, el no tener respaldo puede hacerse muy duro. Como aún no hace frio, pedimos en la terraza que al menos las sillas son con respaldo.
Cuando llegamos estaba diluviando y como no tenían muchas reservas, nos dieron la posibilidad de pasar dentro, cosa que rechazamos, el toldo nos protegía de la lluvia y era mejor que los bancos. Mis riñones lo agradecerían. Un camarero demasiado simpático vino a tomar nota. Dejó una carta en la mesa. Fue innecesario, pues venía dispuesto a ponernos lo que a él le apeteciera como, con algunos matices, consiguió hacer.
Las bebidas fueron las que cualquiera pediría en una sidrería, una jarra de cerveza, algún refresco y sidra con el correspondiente escanciador. Lo cierto es que estuvimos muy entretenidos toda la noche con el botoncito del aparato.
Entre unas cosas y otras, no me enteré mucho de lo que habían pedido. Yo estaba en una esquina de la mesa y el camarero ejerció de Juan Palomo. Sí conseguimos evitar que nos trajera dos platos muy parecidos y una cantidad de carne disparatada.
Creyendo que había triunfado, se atrevió con los postres. Propuso los típicos y antihigiénicos postres al centro. Por principios, me negué a probarlos, así que hablo por boca de otros cuando digo que la tarta de queso estaba deliciosa, del resto de los postres solo sé que alguno se quedó en el plato.
Trás los postres, los cafés. Pedimos asiáticos aunque bastante mejorables. Un seis sobre diez.
Los chupitos de la casa fueron a discreción, orujo de hierbas, ron miel, lástima que el vodka caramelo se terminó y el nuevo que trajeron estaba caliente. Solo quedaba la cuenta, un poco excesiva, sin tener en cuenta que nos intentaron cobrar una piña que no pedimos, ni trajeron y más dulces de los pedidos. Corregida la cuenta pagamos y nos fuimos por donde habíamos venido. Volveré, pero no en una cena organizada por mí. Visitando su web, veo que hay mejores platos, o al menos con mejor pinta que los que nos sirvió el ufano camarero.
La sidrería Navarra está en la calle San José de Murcia, entre la plaza de San Juan y la del Cristo del Rescate, y su teléfono de contacto es el 968 21 50 01.
4 comentarios:
Muy bien expresado. Estos restaurantes le dan todavía mas categoria al Burger King.
Estoy de de acuerdo contigo.El sitio no esta mal para tomarte un pincho,casi mejor en la barra que en los incomodos bancos...
Aunque la verdad,yo no hubiera vuelto a un restaurante donde este invierno nos pusieron dos cazuelitas de bacalao completamente podrido y que hasta olia fatal;un error lo tiene cualquiera pero tras insistir en que estaba en malas condiciones, al maitre ni lo vimos,ni disculpas pidieron y ademas nos lo cobraron!!!Falto que nos pegaran.Para volver,vamos.
b
Yo he estado bastantes veces en esta sidrería, y hasta el día de hoy nunca he tenido ningún problema en cuanto a la comida, el servicio a sido agradable y la comida excelente, sobre todo la carne, poca carne he comido en Murcia tan buena como esta, chuletones tratados con veinticinco días de cámara, muy difícil de encontrar en Murcia, y se de lo que hablo. En lo referente a pinchos, les puedo asegurar que son de gran calidad y variedad.
En cuanto a las criticas poco sabe este señor de comida Navarra, Asturiana o Vasca, mucho menos de Sidrerías, seguramente de lo único que entiende es de salchicha, longaniza, tocinos, morcillas, zarangollo etc. viaje un poco mas..
Completamente real era el olor nauseabundo del bacalso podrido...ni pegas pusieron al llevarse las DOS cazuelas...y al cobrarlas tampoco,rrpito
Publicar un comentario