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Ensalada de vainas y cecina. |
Desde que empecé con el blog, he
conseguido transformar la envidia que me da Madrid en una aventura
gastronómica. A cierta edad, uno ya debe ir teniendo precaución con los pecados
que se cometen. Y más si son capitales. Siempre se me llena la boca criticando
lo incomodo que es el día a día de esta ciudad, los atascos, los
desplazamientos, la masificación. Pero en lo que se refiere a la oferta
gastronómica, es un abismo el que nos separa de ellos, tanto en oferta como en
nivel. En Madrid hay margen para los valientes, para quienes se lían la manta a
la cabeza y deciden dar ese paso tan importante que no todos nos atrevemos.
Margen y clientela. Ahora bien, por desgracia, no tenemos la suerte de viajar
muy a menudo a Madrid, por lo que en nuestros desplazamientos, una mala
elección del restaurante al que vayamos a ir, es una bala perdida,y por lo
tanto, un mal sabor de boca. Para minimizar los riesgos, antes de hacer el
viaje, investigamos, preguntamos y le damos muchas vueltas antes de decidir. Confieso
que incluso en alguna ocasión, hemos mirado en TripAdvisor.
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Ceviche de Corvina. |
Para esta ocasión hemos puesto
nuestro objetivo en el Restaurante TriCiclo, en pleno barrio de las letras de
Madrid, un moderno restaurante, o casa de comidas contemporánea, donde la simple
decoración de aire retro queda totalmente supeditada a la cocina que allí se practica.
Una cocina que sabe combinar a la perfección la creatividad gastronómica con el
producto de mercado. Las tres ruedas del Triciclo se llaman J
avier Goya, Javier Mayor y
David Alfonso, emprendedores que abrieron este restaurante hace menos de un año
y ya ha alcanzado cierto éxito. Los cocineros son tres, en su carta de
primavera ofertan tres tipos de cocina, la de mercado, la sofisticada y la
internacional, y podemos degustarlo en tres espacios diferenciados, la barra,
la sala o en una vieja mesa de carpintero que hay en un reservado junto a la
cocina. En esta última estancia, quizás un poco ruidosa, o los ruidosos éramos
nosotros, es donde nos ubicaron. La mesa de carpintero, es muy llamativa, como
las jarras vintage que lo mismo sirven para servir agua que las utilizan para
enfriar vino o las recicladas cajas de madera que hacen de estantería.
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Bacalao con caracoles. |
A
la hora de pedir podemos elegir entre los tres tipos de cocina y ración
completa, media o incluso un tercio con lo que podemos probar más platos
de la carta. Como no tenemos una idea clara, nos ponemos totalmente en las manos
de Javier Goya. Nuestras condiciones son pocas, no nos queremos quedar con
hambre, nada de marisco (cuestión de alergia) y evitar la casquería. A esta
última me opuse sin éxito. Mientras esperamos nos sirvieron de aperitivo unas
patatas con mojo picón al estilo canario que acompañamos con Villa Wolf, un gewurztraminer.
La espera no fue muy larga hasta que empezaron con el
primero de los platos, una refrescante ensalada
de vainas, cecina y foie gras aliñada con frutos secos. Al mismo tiempo
trajeron un adictivo salmorejo de pimientos asados con semimojama de bonito. Me
gustó bastante –Vicios adquiridos que tiene uno. Como no hay dos sin tres, y aquí
la cosa va de triunviratos, junto a estos dos platos, trajeron el que para mi
gusto fue el más flojo de todos, unos espárragos con bacalao a los que daba un
sabor original la hierbabuena y manzana.
De fuera de la carta, aquí tiene importancia
las sugerencias del día a día, nos trajeron un salteado de
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Carrillera al curry rojo. |
boletus y un ceviche
de corvina con cilantro y leche de tigre donde primaba el intenso sabor a cítrico.
Le siguió un bacalao asado con caracoles a la madrileña. Sí, he dicho bien. Bacalao
con caracoles. Y lo mejor del plato, la salsa de los caracoles. La cena iba
mejorando por momentos, había sido una buena idea ponernos en sus manos
(veníamos aleccionados), y aún quedaba mucho y bueno por probar. Tras el
bacalao, nos trajeron una carrillera al curry rojo con maíz inflado que
maridamos con un vino de Alicante, Tragolargo de 2012. Muy bien trabajada y si
era buena la salsa de los caracoles, mejor incluso la de la carrillera.
Verdaderamente es una lástima que la cena estuviera llegando a su fin. Quien
fuera romano. Cerramos los salados con un tataki de atún bañado en un gazpacho
de fresas y helado de albahaca, un delicioso bis con el que nos homenajeamos. Puede
que este plato, conceptualmente hablando, sea muy parecido al salmorejo de
pimientos. Aun así, mereció mucho la pena y resultó un cierre de tercio simplemente
fabuloso. Muy recomendable.
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Arroz con leche a la asturiana. |
Al llegar a los postres, y como
esto parece que iba de trilogías, probamos el correspondiente triunvirato dulce.
El llamado zanahorias,
especias y yogur
para empezar- ¿Tarta de zanahorias desestructurada? Luego el brioche tostado
con helado de almendra, muy parecido a las tradicionales torrijas. Y para
finalizar, el arroz con leche a la asturiana que nos cautivó. Servido en una sartén
y cubierto por una capa de azúcar quemada, queda a medio camino entre una creme
bruleé y el tradicional arroz con leche. Modestamente, me pareció que está a
muy alto nivel. De los mejores postres que he tomado últimamente. Cerramos tristemente
la cena con unos cafés y pedimos la cuenta por simple curiosidad ya que
teníamos pensado quedarnos un rato disfrutando de la sobremesa. Pagamos alrededor
de 35 euros por cabeza. Un precio en mi opinión nada caro debido al alto nivel
de la mayoría de los platos del servicio. Salimos de Triciclo con la sensación
de haber usado muestra bala de manera acertada haciendo diana y con la duda de
si la próxima vez que volvamos repetiremos, que no lo descarto, o buscamos
diferentes opciones. Lástima que Madrid no pille más cerca.

TriCiclo
C/ Santa
María, 28, 28014 Madrid
Teléfono: 910 24 47 98
www.eltriciclo.es
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