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Ensaladilla con carpaccio de gambón y bacalao |
Siempre he defendido que, aunque
lo más importante de un restaurante es su cocina, hay otros muchos factores
como el servicio, la decoración o el ambiente, que pueden convertir un buen
restaurante en un magnifico restaurante o reducir una buena cocina a una mala
experiencia. En El Perro y la Galleta, el nuevo restaurante abierto en el
barrio de Salamanca de Madrid, son conscientes de esto y han echado el resto en
la decoración, cuidando el más mínimo detalle, mesas de madera, amplias
cristaleras a Claudio Coello, muebles antiguos, vajillas de importación, barra
de mármol, una amplia colección de radios de época y profusas referencias a
cánidos, en las tres salas de ambiente victoriano. Destacando las cabezas de
perros colgadas en la pared nada más entrar, elaboradas a mano por la empresa Softheads
y el retrato de un perro con uniforme militar.

Llegamos pasadas las diez y
media. Cuando reservé me dijeron que había turnos, o bien reservaba a las 8:45 o
bien a las 10:45. Se ve que los del primer turno no sabían o no querían saber
lo de los turnos, porque no se levantaron hasta las 11:30. Cuarenta minutos de
plantón que el cómplice maître permitió con su pasividad. Muchas excusas, pero
deberíamos haber hecho caso a quien propuso pagar la cerveza que nos habíamos
tomado mientras esperábamos y llamar a algún sitio para que nos trajeran la
cena a casa. Hubiera aceptado hasta ir a un restaurante de cocina rápida.
Una vez sentados, vimos la carta,
en la que, aunque hay pocos platos novedosos, introducen algunos ingredientes
que los pueden hacer originales. La noche, aunque había empezado torcida,
prometía. Como solemos hacer, pedimos mucho, para compartir al centro, y así
poder probar más cosas. No nos gustó nada que el camarero nos sugiriera pedir
todo en ese momento porque cerraban la cocina. Indignante, después de darnos un
plantón de tres cuartos de hora, vienen con prisas. Cierto que la cocina tiene
que cerrar, pero que nos dieran mesa con cuarenta y cinco minutos de demora no
fue culpa nuestra. El servicio, fue muy amable, aunque también algo anárquico.
No estamos muy acostumbrados a que entre
los entrantes nos traigan los teóricos principales.

Nuestro inicio fue pinchar en
hueso. El irlandés, (huevos pochados con trufa) sonaba muy bien, pero lamentablemente
no les quedaba. Si probamos las flautas de pollo rebozadas en galleta y dips de
tzatziki y fritata. Demasiados pasados de fritura, cerca de quemados. Poco que
ver con la foto de su web. El tiradito de pez mantequilla y aji amarillo, plato
típico peruano de influencia japonesa parecido al carpaccio, nos gustó
bastante. Fue lo mejor de la noche. Seguimos con las croquetas, de chipirón,
pato y bacalao y con un risotto de boletus y parmesano, presentado en una mini
cocotte. Quizás demasiado al dente. Después, a destiempo, la ensaladilla rusa
con carpaccio de gambón y bacalao, original, pero ya ni nos acordábamos que la
habíamos pedido. Muy buena, por cierto. El último de los platos que compartimos
fueron las berenjenas rebozadas y chamuscadas, rebozadas también en galleta.
Las devolvimos por estar quemadas y nos trajeron otras que no nos cobraron a la
hora de pagar.
En la carta también ofrecen,
entre otras cosas, coca de jamón de pato e higos, tataky de atún rojo
escabechado, un timbal de chipirones con arroz negro, o un arroz caldoso con
cigalitas. De postre pedimos la tarta de zanahoria con cobertura de queso y
helado de galleta.

El perro y la galleta, muestra una
oferta gastronómica de platos internacionales, que sigue las tendencias que
marca la moda. Unos platos que podemos encontrar en innumerables restaurantes
con la novedad de la galleta como ingrediente temático en muchas de las recetas,
en un entorno decorado con muy buen gusto, pero con una cocina que tuvo una
mala tarde. Espero. El precio, rondó los 25 euros por cabeza, teniendo en
cuenta que nos invitaron a las cervezas que tomamos mientras esperábamos
nuestra mesa y que no nos cobraron las berenjenas rebozadas. Dos detalles, que
en cierto modo, compensan el largo plantón sufrido. Un atenuante es el poco
tiempo que lleva funcionando. El ritmo del día a día le debe ayudar a mejorar y
ofrecer una cocina y trato a los clientes acorde con la decoración.
Restaurante El Perro y la Galleta.
C/ Claudio Coello 1. Madrid.
Tlf: 915311161 - 606822421
www.elperroylagalleta.com
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